sábado

el gurú de los embarazos

Y llegó el momento de tener que dar explicaciones. Fué a Hurlingham a encontrase con los barones del conurbano, a las secretas reuniones plenarias, donde solo aquellos legítimamente seleccionados por el voto popular tenían la dicha ser participados. Le mandaron una trafic a la casa, que lo dejó en la parada del 182. Cuando se bajó en Hurlligham lo esperaba la misma trafic de chapa uruguaya y con el culito cerrado se subió. Una corte justicialista requería su presencia en base a comentarios que se soltaban en los pasillos del registro civil de la calle Paraná.
Al parecer extraños fenómenos suceden cuando es de noche y nadie ve. Al bajar el sol, la nocturnidad se ve asediada por el mayor criminal del continente: Edwin “el coqueto" Ferrari. Le apodaban de esta manera debido a su gusto por las mujeres. Un gusto que se volvió macabro ya que no sólo está acusado de asesinato sino también de violar a sus víctimas.
 Emigró hacia Puerto Príncipe en la crisis del 2001. Allí aprendió cuanto pudo sobre un culto que combina elementos del cristianismo primitivo, del catolicismo y de las religiones tribales de África. Con los años consiguió trabajo limpiando los pisos de la iglesia local, lo que le permitió juntarse unos buenos pesos. Unos buenos pesos, que después le sirvieron para tomarse el palo, escapando de los balazos que sus extraños hábitos le hicieron merecer.
 Hay que decirlo: al rajarse de Haití, la tasa de embarazos se redujo un 40 por cierto. Pero eso es otro tema. El coqueto regresó a Buenos Aires y se alojó en la casa de una de sus hermanas, Liliana, le decían “prepizza", porque arriba no tiene nada. Corta como ella sola. Fiera, como ella sola. Eso sí: ojos celeste, celeste como un perro siberiano, que tendrá lindos ojos, pero sigue siendo un perro. Recibió buenos tratos a su regreso y se rascó las pelotas cuanto pudo. Ya le había empezado a relojear el ojete a la Norma, pero la Norma, al principio, no quería saber nada. La Norma era una mina grande, casada con un milico más malo que la mierda. Pero, como sabemos, nadie puede resistirse a los encantos del coqueto. Se la terminó rebuscando para cogérsela cada tanto. El milico laburaba doce horas, así que llegaba a la casa, la mujer lo reventaba con la cena, y el pobre tipo dormía como el mejor. Y ahí mismo es cuando el coqueto se aparecía, ya sabía que tipo doce el cornudo estaba en el quinto sueño, que a esa hora podía tocar bocina un 11 14 en el living que el tipo ni se mosqueaba.
 La cosa es que la historia se repitió infinidad de veces: se metía con las minas de los tipos más picantes que había. Hasta que le echó el ojo a la mismísima Chiche Duhalde. No sé porque, pero la vieja lo ponía como loco. La veía en la tele y quedaba recaliente. La agregó al facebook, pero nunca hablaban. Una vuelta Chiche puso una foto haciéndose la linda en el caribe. Entonces él le empezó a hablar, le contaba que vivió unos años en Haití, y que ahí esta lleno de negros pija larga, así que le re costaba levantarse una mina, y que con los años y el vudú, desarrolló la capacidad de voltearse a la mina que quisiera. Chiche le puso un jaja y ahí quedó. Pero se ve que la cosa le quedó dando vueltas, porque a los tres o cuatro días le escribió para cenar. Y cenaron, nomás. A la vieja le calentaba muchísimo la situación de moverse a un desconocido y un poco lo hacía para romperle las pelotas al marido.
No se sabe, porque estas cosas nunca trascienden, pero la Chiche y el Coqueto tuvieron mellizos, que ahora deben tener unos diez años y unos cinco que no ven al padre. La verdad es que ellos siempre tuvieron guita, así que no hizo falta pretextos alimenticios que sostengan una relación vacía.
 Hace mucho que no se lo ve. Algunos dicen que el viejo Duhalde descubrió lo de los pendejos con la Chiche y después de esa famosa reunión en Hurlingham lo mandó a reventar. Pero yo te juro que me pareció verlo en el acto de Cristina, el domingo pasado.

1 comentario:

  1. tenes una obsesión por las figuritas electrónicas que se mueven.

    me gusta, pero como te dije, estás abusando de tus propios recursos

    ResponderEliminar